Cómo desmentir la información errónea
Sabemos que hay mucha información errónea y la mejor manera de obtener respuestas correctas es preguntar a los expertos. Le ofrecemos una serie de recursos para que disponga de la información correcta la próxima vez que le pregunten por las vacunas.
Mito: ¿Las vacunas causan autismo?
El temor generalizado de que las vacunas aumentan el riesgo de autismo se originó en un estudio de 1997 publicado por Andrew Wakefield, un cirujano británico. El artículo se publicó en The Lancet, una prestigiosa revista médica, que sugería que la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (SPR) estaba aumentando el autismo en los niños británicos.
Desde entonces, el documento ha sido completamente desacreditado debido a graves errores de procedimiento, conflictos de intereses financieros no revelados y violaciones éticas. Andrew Wakefield perdió su licencia médica y el artículo fue retirado de The Lancet.
Sin embargo, la hipótesis se tomó en serio y se llevaron a cabo varios estudios importantes distintos. Ninguno encontró una relación entre las vacunas y la probabilidad de llegar a tener autismo.
Hoy en día, las verdaderas causas del autismo siguen siendo un misterio, pero para el descrédito de la teoría del vínculo autismo-vacunación, varios estudios han identificado ahora síntomas de autismo en niños mucho antes de que recibieran la vacuna SPR. E incluso investigaciones más recientes proporcionan evidencia de que el autismo se desarrolla en el útero, mucho antes de que nazca un bebé o reciba las vacunas.
Mito: Los sistemas inmunitarios de los bebés no pueden manejar tantas vacunas.
Mito: La inmunidad natural es mejor que la inmunidad adquirida mediante vacunas.
Mito: No necesitamos vacunarnos porque las tasas de infección ya son bajas en los Estados Unidos.
Mito: Las vacunas no merecen el riesgo que conllevan.
Mito: La vacuna contra el COVID-19 puede afectar la fertilidad de las mujeres.
Mito: Si ya he tenido COVID-19, no necesito vacunarme.
Mito: Los investigadores aceleraron el desarrollo de la vacuna contra el COVID-19, por lo que no se puede confiar en su eficacia y seguridad.
Mito: Recibir la vacuna contra el COVID-19 le da COVID-19.
Mito: Los efectos secundarios de la vacuna contra el COVID-19 son peligrosos.
Mito: La vacuna contra el COVID-19 ingresa a las células y cambia su ADN.
Mito: La tecnología de ARN mensajero utilizada para hacer la vacuna contra el COVID-19 es completamente nueva.
Mito: La vacuna contra el COVID-19 se desarrolló con sustancias controvertidas, o las contiene.
Mito: Ahora que tenemos una vacuna contra el COVID-19, podemos hacer vacunas contra el resfriado común, el VIH y otras enfermedades.
Mito: La vacuna contra la gripe lo protege contra el COVID-19.
Mito: No tenemos enfermedades prevenibles con vacunas en los Estados Unidos.
Mito: Las vacunas se usan para colocar microchips en las personas.
Mito: Puede contraer la gripe por la vacuna.
Mito: Las personas sanas no necesitan vacunarse.
Mito: La gripe es solo un resfriado fuerte.
La gripe puede causar síntomas graves de resfriado, como dolor de garganta, secreción nasal, estornudos, ronquera y tos. Pero según los CDC, la temporada de gripe 2019-20 provocó al menos 18 millones de visitas médicas, 24 000 muertes y 410 000 hospitalizaciones. La tasa de hospitalización acumulada para niños de cuatro años y menores en esta temporada de gripe fue de 95,1 por cada 100 000 personas a partir de la semana que finalizó el 25 de abril de 2020. Los expertos atribuyen la gran cantidad de muertes pediátricas a una temporada de gripe de “doble barril” en la que tanto la gripe A como la B eran dominantes. No es demasiado tarde para vacunarse contra la gripe. Incluso si no evita contraer la gripe, puede disminuir la posibilidad de tener síntomas graves.